Menopausia
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Por «menopausia» se entiende la desaparición del ciclo menstrual durante al menos doce meses consecutivos causada por la disminución de la actividad hormonal ovárica al agotarse el patrimonio folicular (los folículos son las estructuras que contienen ovocitos).

En la mayoría de los casos la menopausia se verifica entre los 46 y los 55 años y es precedida por un periodo cuya duración oscila entre algunos meses y varios años conocido como ‘climaterio’, caracterizado por una reducción de la fertilidad y anomalías del ciclo menstrual (aumento o disminución del flujo, irregularidad, sangrado intermenstrual).

Existen distintos factores que pueden influir en la época en que se manifiesta la menopausia: algunos (como pubertad tardía, número de embarazos, uso prolongado de estro-progestágenos) la retrasan, mientras que otros (como el tabaco, condiciones de particular malestar social y estrés o extirpación quirúrgica del útero) la anticipan.

A las modificaciones del estado hormonal se asocian alteraciones metabólicas, como un incremento del peso corporal y de los niveles hemáticos de colesterol, triglicéridos y glucemia y trastornos urogenitales, vasomotores y psicológicos.

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Síntomas

La llegada de la menopausia representa un momento particularmente delicado a causa de las profundas modificaciones físicas y psicológicas que conlleva. 
El modo en el que se afronta varía mucho de mujer a mujer: las posibles reacciones a este paso evolutivo no dependen solamente de los cambios hormonales, sino también de la personalidad, del entorno social y del nivel de realización alcanzado en ámbito personal, familiar y laboral. 
En efecto, la menopausia es una etapa fisiológica de la vida de la mujer que coincide con el final de su capacidad reproductiva: como tal, debe considerarse como una condición «normal», aunque en algunas mujeres aparece acompañada de síntomas molestos tan intensos que llega a asumir las características de una auténtica patología. Por todo ello, para vivirla lo mejor posible la mujer debe estar preparada y correctamente informada sobre todas las consecuencias físicas, metabólicas, sexuales y psicológicas típicas de esta nueva fase de su existencia.

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Trastornos precoces

En el 70 % de las mujeres aproximadamente la menopausia es precedida por la aparición de una serie de síntomas que recibe el nombre de ‘síndrome climatérico’ y que se debe a la reducción de la producción de estrógenos. Este síndrome, extraordinariamente variable en términos de tipología, magnitud y duración de sus manifestaciones, se caracteriza por:

  • Sofocos: son el trastorno de origen «vasomotor» más frecuente, que  afecta aproximadamente al 80 % de las mujeres aunque su nivel de intensidad puede variar de ligerísimo a muy intenso y altamente molesto. Los «sofocos» consisten en una repentina sensación de calor intenso, localizado típicamente en la cara, el cuello y el tórax, seguida de una abundante sudoración y a menudo acompañada de taquicardia, incremento de los valores de presión arterial, vértigos y náusea. 
  • Insomnio: relacionado a menudo con la aparición de sofocos nocturnos, puede  ser también una manifestación de las alteraciones psíquicas típicas de este periodo.
  • Trastornos del humor: principalmente ansiedad e irritabilidad, pero a veces se  pueden desarrollar formas depresivas, favorecidas por determinadas experiencias personales y por la concomitancia de situaciones difíciles de gestionar desde un punto de vista psicoemocional en ámbito familiar y laboral. La aparición de trastornos del humor no debe asustar: se deben a las   alteraciones inducidas por la carencia de estrógenos y pueden  controlarse con éxito adoptando las medidas terapéuticas oportunas.
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Complicaciones a largo plazo

Al cesar la función ovárica desaparece el papel protector desempeñado por los estrógenos en el organismo. Esto comporta algunas modificaciones metabólicas, responsables entre otras cosas del proceso de desmineralización ósea difundida y de la predisposición a padecer enfermedades cardiovasculares de base aterosclerótica. Con la menopausia se produce un aumento fisiológico de los valores de los lípidos en la sangre y de la glucemia, a menudo acompañada de un incremento del peso corporal, de la circunferencia abdominal y de la presión arterial.
Como consecuencia de la carencia estrogénica se produce también una alteración vaginal caracterizada por una reducida elasticidad de los tejidos y sequedad de las mucosas, lo que puede interferir con la vida sexual, haciendo que el coito resulte doloroso, y predisponer a infecciones y problemas de incontinencia urinaria. Nuestra propuesta es considerar la menopausia como una «ocasión de salud» que puede aprovecharse para establecer un diálogo constructivo con el médico y/o matrona, determinar las medidas de prevención adecuadas y, si es necesario, planificar con él los controles clínico-instrumentales oportunos.

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Estilos de vida

Considerando las modificaciones metabólicas que acompañan la menopausia, es fundamental seguir algunas recomendaciones útiles para prevenir muchísimas patologías, incluyendo los tumores, las enfermedades cardiovasculares y la osteoporosis:

  • Correcta alimentación: es importante seguir una dieta variada y equilibrada, rica en fruta, verdura, legumbres, cereales, pescado y carnes magras. La ralentización del metabolismo basal comporta una tendencia a aumentar de peso, por lo que es muy importante limitar la ingesta de calorías y seguir una dieta pobre en dulces y en grasas. Si decides empezar una dieta para bajar de peso, consúltalo con tu médico de confianza para no exponerte al riesgo de sufrir carencias nutricionales capaces de agravar los procesos de desmineralización ósea.
  • Actividad física regular: es aconsejable realizar ejercicio físico durante al menos 30 minutos al día, tanto para reducir el riesgo de osteoporosis como por su efecto positivo en el bienestar general, los síntomas de la menopausia, la funcionalidad cardiovascular y el humor.
  • Abstención del tabaco y consumo limitado de bebidas alcohólicas: el tabaco y el alcohol anticipan y amplifican los síntomas de la menopausia, además de aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, tumores y osteoporosis.
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Terapia hormonal sustitutiva 

Este tratamiento consiste en tomar fármacos que contienen estrógenos solos o asociados con un progestágeno. La terapia sustitutiva está indicada en caso de menopausia precoz y en presencia de trastornos climatéricos importantes que interfieran de modo relevante con la vida de la mujer y su bienestar. Para los trastornos locales, como sequedad vaginal y dolor durante el coito, es oportuno utilizar preparados hormonales tópicos. Además de sus beneficios directos en los síntomas de la menopausia, la terapia hormonal sustitutiva ejerce una acción protectora concomitante con relación a los mecanismos de desmineralización ósea. 
Estudios científicos realizados con amplios grupos de mujeres que practicaban esta terapia han demostrado que, cuando los estrógenos se prescriben asociados a un progestágeno, el riesgo de cáncer de útero no aumenta. En lo que respecta al cáncer de mama, se ha observado un pequeño aumento del riesgo, en particular en las terapias que se prolongan durante más de cinco años. También se ha evidenciado una significativa protección en lo que se refiere a los tumores del colon-recto y del ovario. Antes de empezar una terapia hormonal sustitutiva, es indispensable realizar un reconocimiento clínico y análisis hematoquímico generales en el contexto general de los problemas de salud presentes en la mujer. 
La estrategia terapéutica debe ser personalizada y formulada siempre de acuerdo con el médico y basándose en las condiciones de salud de la mujer, en sus necesidades de salud y en las prioridades manifestadas después de haber evaluado los posibles riesgos y los beneficios esperados.

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Alternativas terapéuticas no hormonales

Fitoestrógenos: complejo de diferentes sustancias presentes en muchas plantas y en sus semillas, capaz de ejercer una acción compleja y en cierto sentido similar a la de los estrógenos, aunque menos amplia a nivel biológico. Entre los fitoestrógenos más utilizados para el tratamiento de los trastornos de la menopausia se encuentran las isoflavonas de la soja (daidzeína y genisteína). Aunque la investigación sobre las actividades de estas moléculas está en continua evolución, estudios recientes han mostrado un efecto protector del sistema cardiovascular, una mejora de la densidad ósea y una reducción de los sofocos sin aumentar el riesgo de cáncer de mama.

Cimicifuga racemosa: planta oficinal empleada desde hace siglos en la medicina tradicional de los indios de América como importante remedio para los trastornos femeninos, hoy la Cimicifuga se utiliza ampliamente para aliviar los típicos síntomas neurovegetativos y psíquicos del climaterio: sofocos, sudoración abundante, nerviosismo e irritabilidad y trastornos del sueño. Indicaciones respaldadas por numerosos estudios científicos que han demostrado su eficacia y seguridad de uso. Su uso está desaconsejado en caso de padecer enfermedades del hígado. La actividad de la Cimicifuga o de los fitoestrógenos de la soja puede ser apoyada también por algunas plantas medicinales, como el Espino blanco, la Salvia, la Pasiflora y el Hipérico. Es necesario informar siempre al médico acerca del uso de remedios  naturales.

Antidepresivos: pertenecientes a la clase de los ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina). Están indicados en bajas dosis para contrarrestar los trastornos de la menopausia de base vasomotora, incluso en mujeres que han desarrollado un carcinoma de mama en el pasado.

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